9.9.17

Estar lejos

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Acostumbro a escribir desde la tristeza y la melancolía; es mi forma de paliar las angustias. Pero hoy es distinto, hoy escribo sintiéndome inmensamente feliz y agradecida.

Ayer, mi hermana cumplió 29 años. Hace dos años que no compartimos velitas en la misma torta.   

Ayer, una videollamada sorteó 8.000 km de distancia y pude ver a los gorditos que me alegran la vida y el corazón.

Hace tres meses mi papá estuvo al borde de la muerte pero, contra todo pronóstico, ¡sigue con nosotros! Ha perdido 50 kilos y ha ganado sabiduría. Ahora su aparato digestivo es más pequeño pero su sonrisa es más grande. 

Desde hace tres meses todas las conversaciones giran entorno a tratamientos médicos, exámenes, diagnósticos y angustias, ¡muchas angustias! Pero anoche fue distinto. Anoche todos sonreímos y dimos gracias por estar vivos. Anoche hubo fiesta en casa. 

Anoche recibí una nueva foto familiar, con menos integrantes pero con más sonrisas.

El día que pasé a formar parte de la diáspora entendí que, inevitablemente, me acompañaría el miedo de perder a seres queridos.  

Hace diez meses enfrenté la primera pérdida y aunque aún no me recupero, agradezco que los buenos recuerdos superen el número de sillas vacías en las reuniones familiares. 

Duelen las pérdidas y emocionan los logros. Agradecer por ambos es la lección más difícil de aprender cuando se está lejos. 



2 comentarios:

  1. Así me gusta, también las sonrisas son muy necesarias y las tuyas son brillantes, destilan cosas positivas. Hoy nos reunimos con ellos, con tu familia que ya es la nuestra, y todo fue luminoso. Es un anuncio de que de ahora en adelante todo será luz. Abrazos y bendiciones.

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