13.10.15

Familias separadas, ¡ese es "el legado"!

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diáspora venezolana
Irse. 
Emigrar. 
Huir. 
Dejar atrás.

A mí también se me partió el corazón y pasé a formar parte de la diáspora.
Culpable por no pasar más tiempo junto a mi familia. Así me sentí al principio.
Culpable por no poder llevarlos conmigo. Así me siento aún.
Derrotada. Así me voy.

¿Difícil? Sí. Mucho.


Difícil fue responder la pregunta recurrente de mi madre: ¿cuándo nos volveremos a ver?
Difícil fue ver a mi padre evadir el tema "para hacerlo menos doloroso".
Difícil fue escuchar a mi abuela decir: Quizás no nos volvamos a ver.
Difícil es separarme de mi hermana después de 27 años de complicidad.
Difícil es asumir que mi sobrina no me recordará porque aún es muy pequeña.
Difícil es buscar un lugar en la memoria y resguardar olores, sabores, palabras y abrazos.
Difícil es aferrarse a la fe y a cuánta oración existe para que protejan a quienes se quedan y se den las condiciones para volvernos a encontrar. Lejos. Seguros. Felices.

Hoy, el dolor, la tristeza y la rabia pueden más que los cielos azules de diciembre, el caribe y el Ávila.

Venezuela y su (des) gobierno me rasgaron el alma, me arrebataron la posibilidad de levantarme, llamar a mi madre y decirle: voy subiendo a almorzar con ustedes.
Venezuela y su (des) gobierno me robaron la posibilidad de ver a mi sobrina romper una piñata.
Venezuela y su (des) gobierno me robaron la posibilidad de echar raíces cerquita de los míos.

Familias separadas. Ese es "el legado".

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