29.7.17

¿La vida en dos maletas?

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En 2015 dejé mi país, me separé de mis afectos y pasé a formar parte de la diáspora. En 2015 comenzó el aprendizaje.

"Meterás la vida en dos maletas", me dijeron. Todos se equivocaron. En la bodega del Embraer 190AR B que abordé junto a mi esposo, venían cientos de maletas pero en las nuestras sólo había ropa y zapatos. No habían fotos ni cartas, tampoco budares o artículos ligados a algún recuerdo, esos los traíamos en la memoria. Nuestras vidas viajaban en clase turista. ¡Nuestras vidas viajaban con nosotros!  

Llegamos a Santiago y asumimos el cambio. Menos espacio, menos dinero, menos caprichos, más precaución, más disposición y más ganas de ser felices aún estando a 8.000 kilómetros de casa. 

Decidí simplificar el proceso y practicar el desapego.  Almacenar cosas te quita libertad, te impide avanzar. En Santiago aprendí que es mejor acumular experiencias y conocimientos. Es mejor tener historias para contar que objetos para limpiar. 
Ahora preparo arepas en un grill, bebo café instantáneo y siempre llevo bolsas reciclables en la cartera. 

Ser parte de la diáspora me enseñó a aceptar y asumir nuevos retos; ahora entiendo la relación entre el precio del dólar y el precio del cobre, edito una revista de exploración minera y mi día transcurre entre programas de perforación, descubrimientos de nuevas mineralizaciones y cotizaciones en la bolsa. 

Aprendí a no aferrarme al pasado. Aprendí a soltar y a vivir el presente. Aprendí a disfrutar las caminatas de vuelta a casa, los helados en el banquito de un parque y las postales que regala esta ciudad en cada estación. Comprobé que los miedos y la resiliencia también viajaron conmigo. Aprendí a sonreír a pesar de las dificultades. Aprendí a desear y agradecer con el corazón. Aprendí a dar sin recibir. Aprendí a ser feliz con poco.

4 comentarios:

  1. Hola Concetta, un gusto leerte, plenamente identificada contigo! Cuando sonó parte de la fiáspora aprendemos a valorar esas cosas que antes pasaban desapercibidas y toda experiencia nos deja aprendizajes.
    Un saludo muy especial desde Madrid, Lilian García (amiga de Ale).

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  2. Si "veinte años no es nada", ocho mil kilómetros tampoco. En algún momento tendrás que enseñarnos parte de tus aprendizajes. Cada día aumenta el orgullo de que hayas entrado en nuestra familia. Dios los bendiga a ambos y a todos los tuyos

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