Ayer, como siempre, escribí para drenar.
Un amigo me escribió de vuelta para recordarme que su hombro siempre estará ahí. Sonreí, me sentí inmensamente agradecida y me pregunté por qué siempre prefiero escribir.
Escribo para volver a leer lo que sentía.
Escribo para constatar que todo mejora.
Escribo para no olvidar que los días malos son menos.
Escribo para revivir y sobrevivir.
Escribo para llorar y para reir.
Escribo para paliar las angustias y celebrar los triunfos.
Escribo como terapia.
Escribo como agradecimiento.
Escribo como forma de vida.
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