28.11.18

Duele

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Las últimas dos semanas han sido intensas. 
El calendario de mi nevera ha comenzado a llenarse de "X". 
Pronto volverá a encajar en mi corazón una de las piezas que, en 2015, dejé sobre el piso de Cruz Diez. 
Aunque los planes le están ganando terreno a las angustias, debo confesar que me he sentido egoísta. En el Caribe quedarán corazones rotos y eso me hace sentir miedo. El miedo también duele. 
Este año, mi familia y yo tocamos fondo. A diario me repito que lo peor ya pasó, pero el miedo y el dolor no se van. 
Extraño los almuerzos del domingo y la sobremesa interminable. Extraño las risas. Extraño lo que no volveremos a ser. 
Duele aceptar que no volveremos a compartir la misma mesa. Duele aceptar que sus sillas seguirán vacías.
Los recuerdos me hacen sonreír, pero también me hacen llorar.  
El día con el que soñé hace tres años está cada vez más cerca. Por eso, hoy quiero pensar que más que un nuevo comienzo, se trata de seguir abonando el terreno para volver a tener cerquita a la gente que me alegra la vida, a la gente que me queda. 

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