3.6.22

¿Es esta la vida que soñé?

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¿Es esta la vida que soñé?

Sí, lo es. 

Lo es porque dejé de estar para otros y estoy para mi. Sí, 24/7 con mis luces y mis sombras. 

Ordenada, aburrida y poco sociable, dirían. Pero es precisamente la quietud lo que ahora me mueve. 

Encontré plenitud, goce y libertad en mí y, cada día, decido compartirlo con este pequeño entorno que sintoniza con lo mismo. 

Hace un momento, me preguntaron:

- ¿Hace cuánto tiempo no te juntas con tus amigos?

- Hace mucho. 

Es cierto, hace mucho tiempo que no tengo a mis amigos en el mismo metro cuadrado. Tenemos distintos horarios, distintas agendas, distintas estructuras, distintas prioridades.

Es precisamente la quietud lo que ahora me mueve. 

¿Es esta la vida que soñé?

Sí, lo es. 

No necesité irme a la India para meditar 24/7, tampoco mudarme a Nueva York para alcanzar la realización.

Fue suficiente con tomar esa pequeña gran decisión de apostar a mi, a mi instinto y a esos sueños que se siguen transformando. 

Hoy, lloré. Sentí que no era suficiente y por eso no había logrado tener a mis amigos en el mismo metro cuadrado desde hace mucho tiempo. 

Hoy, lloré y volví a sonreír. Recordé que tomar esa pequeña gran decisión de apostar a mi y a mi instinto fue lo que me trajo hasta aquí. 

Hoy, sonreí. Sonreí porque sigo construyendo una vida plena. Sonreí porque me siguen maravillando el cielo azul, el silencio y el reflejo que veo en el espejo. 

Hoy, sonreí. Sonreí porque esa sensación de no ser suficiente fue lo que me permitió convertirme en un Antevasin; ese que abandona la vida cotidiana para convertirse en habitante de la frontera, ese que recorre sin miedo. 

Hoy, como siempre, sonrío, agradezco, escribo, vivo y soy feliz. 

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