4.1.23

Carta a mi nonna

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Nunca imaginé como sería el día en que mi nonna dejara este plano.
Y está bien. Disfruté mucho cada momento con ella.
¡Qué fortuna la mía! Fueron 36 años en los que, sin saberlo, aprendí a practicar la presencia en su compañía.
¡Gracias por tanto, nonnita!
Gracias por compartir tu nombre conmigo, gracias por tantas primeras veces.
Gracias por las risas y el dialecto abruzzese.
Gracias por contarme cómo llegaste a Venezuela y lo mucho que te gustaba comer helados, los domingos en la plaza Altamira.
Gracias por desenredar mi cabello cuando tenía 5 años.
Gracias por enseñarme a hacer pasta y a tender la cama.
Gracias por prestarme tus batas de dormir y tus collares para que jugara.
Gracias por quitarme el mal de ojo por teléfono, y rezar por mi cuando lo necesité.
Gracias por saludarme desde tu ventana mientras pasaba por la autopista.
Gracias por regalarme esa cafetera que decidí meter en la maleta el día que emigré y que hoy me permitió sentirte aquí, conmigo.
Gracias por las papas con huevos y las tortas con café.
Gracias por los sanduches con queso y mantequilla, los sábados en la mañana.
Gracias por las tortas de cumpleaños gigantes, decoradas con pepitas plateadas.
Gracias por tanto amor a través de la comida.
Gracias por vivir hasta saber que Martina venía en camino y repetir mil veces que querías conocerla. Tengo la certeza de que estarás ahí, en primerita fila, el día que ella nazca.
Camina hacia la luz, nonnita.
Abraza a mi papá, a mi padri y a mi nonno. Vuelvan a sonreír juntos. 

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