Hoy recordé que siempre te
preguntaba si habías leído mis notas en el periódico.
Decías que sí y yo lanzaba un par
de preguntas para confirmarlo.
Lo mismo pasaba cuando trabajaba
en la radio.
Me llenaba de alegría saber que
me leías y me escuchabas.
Ojalá pudieras leer esto también.
Ha pasado un año. Dicen que el
más difícil.
No recuerdo la hora exacta, pero
sí que aquel 19 de abril escuché las notas de voz de mi Whatsapp y, antes de
llorar, susurré: "Gracias".
Agradecí que tu dolor hubiese
llegado a su fin, aunque eso implicara seguir adelante con el corazón
incompleto y el alma rota.
Ese día entendí que la mejor
forma de honrarte era poniendo en práctica lo que me enseñaste: guardar la
tristeza en el bolsillo, sonreír y seguir.
Siempre fui la más llorona de la
casa. Te enojabas cuando lloraba sin razón y decías: ¿Por qué lloras? ¡Tú si
eres gafa, muchacha!
Rapidito me secaba las lágrimas y
trataba de sonreír.
Tú eras fuerte. Te vi llorar
pocas veces: Cuando murió mi hermanito, cuando mamá estuvo muy enferma, cuando
estuve en silla de ruedas, cuando me casé, cuando Ale se casó y cuando dijiste
que querías morir, que ya no podías más.
Siempre trataste de hacernos más
fuertes que tú.
Nos preparaste para hacerle
frente a la vida cuando ya no estuvieras.
No te imaginas cómo hemos crecido
y todo lo que hemos aprendido de nosotras mismas en un año.
Mi mamá y Ale salieron de su zona
de confort y cada día me sorprenden más. ¡Están hechas de hierro!
Yo también he logrado cosas que
creía imposibles, pero sigo peleada con la vida. Me convertí en una persona más
fría. ¡Por fin lloro menos!
A diferencia de mi mamá y Ale, no
fui capaz de recordar la fecha de tu muerte mes a mes. Me he sentido egoísta y
poco empática, pero esa fue la manera que encontré para hacerle frente al dolor
que genera tu ausencia.
Me ha costado mucho referirme a
ti en tiempo pasado.
A diario me veo envuelta en
situaciones que me hacen recordarte.
Esta ciudad que no conociste, a
diario me regala olores y sabores que me llevan a ti.
Te extraño, Pá. Te extraño todos
los días.
Sé que te fuiste con la certeza
de que las tres podríamos seguir adelante, y aunque ha sido un año muy duro,
seguimos honrando tu memoria como nos enseñaste: con la tristeza en el bolsillo
y una sonrisa de oreja a oreja.
Las almas puras están siempre sonriente,aún en los momentos de mayor complejidad en la vida. Ausente de este plano pero siempre presente en nuestro recuerdo.
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